En el próximo mes de abril estaré dejando mi rol como Director Ejecutivo en ILDA. Ha sido un largo camino, desde que hace ya 10 años, ILDA vió luz como un proyecto de investigación.
Luego de nuestra reciente reunión en Buenos Aires, ILDA asumirá una nueva versión. Por un lado, su Asamblea formalmente integrará a varias organizaciones que han colaborado con ILDA desde sus orígenes y a través de las distintas ediciones de Abrelatam; por otro lado, integrará también a destacadas colegas que han trabajado junto a ILDA todo este tiempo. A su vez, su Directorio tendrá dos nuevas integrantes. A la gobernanza se sumará un nuevo liderazgo que tendrá como focos la continuidad en los trabajos de gobernanza de datos, así como la conexión de este tema con la crisis que enfrentan nuestras democracias. De igual forma, traerá nuevas ideas, nuevos desafíos y no puedo esperar a ver como será esta nueva versión de ILDA. Les recomiendo estén al pendiente de estas novedades.
ILDA no fue la opción más obvia que – a nivel de carrera profesional- tuve. Digamos que una cosa llevó a la otra y terminé tomando el camino menos transitado. Un camino sin pauta, en la frontera. De mi pueblo natal, Maldonado, en Uruguay, a mis aventuras de estudiante, consultor, al pequeño (y abarrotado) laboratorio de la torre de marfil, en un rincón de Londres, a recorrer caminos, oficinas, conferencias, cafés, bares, coworks y casas de colegas, que terminaron siendo más que eso por todo el continente americano. De wanna-be académico interesado en oscuros (aunque ocasionalmente interesantes) textos, a “experto” todo terreno en administración, gestión, y desarrollo de proyectos, twittero y ocasionalmente portero en conferencias internacionales. Quien ha sido fundador de alguna iniciativa, privada o pública, sabe que hizo todo esto y mucho más. Que se esté dispuesto a admitirlo, es otro cantar.
Es imposible resumir 10 años en dos mil palabras, en épocas donde la gente apenas lee- con suerte- 140 caracteres. Digamos para quien le interese, lo que fue: una montaña rusa de emociones. La emoción de poder construir con otros puentes para hacer proyectos que tuvieran impacto. La emoción de ayudar a conectar a cientos de personas en América Latina. La emoción de trabajar en terreno en lugares tan distintos como Montevideo, Ciudad de México, Santiago de Chile, Bogotá o La Paz . El conectar, entender y tratar de accionar para una visión latinoamericana de un área emergente y vital para nuestro continente. Como siempre dije, lejos de ser una agenda técnica, datos abiertos en América latina significa estar imbricado en causas sociales, en discusiones sobre transparencia, en temas de inclusión, en temas de justicia. Es la diferencia que hizo que ILDA fuera una caja de resonancia de las propias agendas y movimientos de América Latina, y no un foro técnico.Y también ILDA, sus conferencias, su gente, conectó, abrió espacios, discutió río, lloró,compartió, lo que en definitiva nos hace humanos.
Me llevo y comparto tres cosas de esta experiencia en ILDA. La primera- obvia pero siempre necesaria de recordar- ninguna persona y organización es una isla. Si ILDA pudo llegar a nacer y desarrollarse fue por su equipo y la gente que colaboró con ella. Tender puentes fue tal vez nuestra mayor virtud y, ocasionalmente, algún dolor de cabeza. Pero entre tender puentes y generar sinergías y no hacerlo, siempre elegiré hacerlo. Nadie puede realizar cambios en soledad. Y yo fui tan bueno como el equipo que pudimos construir en los años, y como las personas que apoyaron a ILDA desde todos los lugares.
La segunda lección que aprendí en ILDA fue la humildad. El entrenamiento académico (salvo honrosas excepciones) no le prepara a uno para ser humilde. Mi personalidad tampoco vino dotada desde su base por este tipo de aprendizaje. La realidad, en cambio, es una máquina para formar y fortalecer la humildad. La realidad activamente le muestra a uno por qué sus hipótesis no funcionan. Estuve en situaciones donde me di cuenta que realmente no se podía hacer mucho. Donde por más buena voluntad que tuviera, los recursos no serían suficientes. Donde el acto de escuchar y comprender, ya de por sí era un aporte. Dónde admitir el error y la derrota, abrían la puerta para el encuentro desde nuevos lugares. Mucho de esto fue mérito del movimiento feminista y de mis colegas mujeres que me abrieron los ojos a realidades distintas. Y otro tanto de las cientos de personas con las que interactuamos y que navegan el mundo de las políticas públicas, los datos y la tecnología. Hay una tercera lección, para la cual les invito a leer el final de este post.
En mi experiencia, no hay forma de saber realmente la razón de nuestras elecciones. Sin duda, nuestra mente consciente y racional juega un papel. Pero también lo juegan nuestro pasado, el pasado de quienes nos precedieron, nuestro inconsciente, nuestras circunstancias y muchas veces la suerte. Hace 10 años me encontraba en la mitad de mis estudios de doctorado en el Reino Unido, y había co-fundado una organización en Uruguay trabajando en materia de datos, tecnología cívica y desarrollo. Acepté una serie de consultorías (la universidad no se pagaba del todo sola) que me llevarían a trabajar de cerca con varias organizaciones, explorando si aquello que se llamaba “datos abiertos” tenía algún sentido en América Latina. Lo anterior derivó en una charla de café con varias colegas en Santiago de Chile en el marco de una reunión de un proyecto de CEPAL: había acuerdo en organizar una conferencia regional de este tema y el (valiente) gobierno de Uruguay se ofrecía a hacerlo. Aquella mesa la integraba un oficial de Omidyar Network, David Sasaki; una oficial del Banco Mundial, Amparo Ballivián; un oficial de IDRC; Fernando Perini; una Directora del Gobierno de Uruguay, Virginia Pardo; y Elisa Calza, de la CEPAL. De esta mesa surgió la idea, la ejecución y el compromiso de organizar la conferencia, que tendría importantes consecuencias. En el medio, organizamos la primera desconferencia en América Latina, Abrelatam (pero eso es otra historia). Una cerveza y café con Fernando Perini, terminó en una primera propuesta. Muchos correos después, un taller organizado en la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres y, muchísimo café mediante, ILDA vino al mundo. El resto, como dicen, es historia.
Lo que sigue aquí es un pequeño y parcial recuento de mi vivencia en este tiempo, las razones que me llevaron a esta decisión y compartir con ustedes los pasos hacia el futuro.
La primera generación
La primera evolución de ILDA fue posible gracias al apoyo y visión de Fernando Perini en IDRC y de la Fundación Avina, liderada en ese momento por Marcio Vasconcelos y Lucia Abelenda. La propuesta fue redactada entre julio y septiembre de 2013 por mí, con el apoyo de los mencionados colegas, así como también de María Trigo y Mike Mora, de la Organización de Estados Americanos (OEA), y Javier Patiño, de la CEPAL. En ese momento, ILDA era una apuesta para saber sí podía existir una comunidad trabajando en materia de apertura en América Latina. Por un lado, buscábamos potenciar investigadores a nivel regional, así como identificar proyectos pilotos. Había que explorar cómo y si los gobiernos de la región podrían adoptar políticas de datos abiertos, y si éstas genuinamente servirían a los intereses de la región. Se trataba de una alianza multi-actor, para entender y catalizar la agenda de trabajo. Esa primera versión de ILDA encontraría a la primera generación de investigaciones, de las que varias personas se convertirían en fundadoras y aliados de esta organización en su devenir.
ILDA abrió las puertas a una actividad catalítica, que permitió la expansión de la agenda en América Latina. De la mano de estas organizaciones, muchos países comenzaron su camino a desarrollar políticas de datos abiertos y en menos de dos años la región tenía una imponente cantidad de proyectos y actividades. En esta etapa, ILDA fue el nodo para el armado de una comunidad de práctica, y se convirtió en custodio de facto de Abrelatam-Condatos. Lucia Abelenda en Avina, Ana Sofía Ruiz en Hivos, Arturo Muente en el BID, y otros colegas, vieron también la necesidad de apuntalar este proceso, convirtiéndose en pilares de la emergente comunidad. Data, Fundación Ciudadanía Inteligente y Social Tic jugaron un rol estratégico aportando y fogoneando, asegurándose que la comunidad emergiera, al igual que nuestros colegas en la OEA y CEPAL del lado del sector público.Este proceso fue fermental, por momentos alocado, caótico y fue- sin falsa modestia- una de las bases de la comunidad latinoamericana trabajando en este tema.
El prototipo y su institucionalización
Comenzaba a delinearse claramente una comunidad de práctica, con vocación a incluir más y más gente en la región. A través de sus distintos proyectos, quedaba claro que ILDA podía actuar como referente latinoamericano en varios espacios y agendas: contrataciones públicas, presupuesto, género, políticas de datos abiertos, tecnología cívica y en todos esos ámbitos dando voz y visibilidad basada en evidencia a América Latina. Proyectos apoyados por ILDA como atuservicio.uy y Cuidando do meu barrio fueron reconocidos a nivel internacional (ambos aún están operando).
En 2017 era obvio que por las actividades que llevamos adelante, ILDA necesitaba una estructura propia si quería seguir experimentando y trabajar en una agenda cada vez más abarcativa y flexible. Redoblar la apuesta para que esa estructura existiera fue mérito de Felipe Estefán en Omidyar Network (hoy Luminate), para lo cuál se contó con el invaluable apoyo de Lucía Abelenda en la Fundación Avina. Felipe decidió colaborar a pleno, involucrándose en cómo pensar una estructura, sentar las bases e identificando talento que sería clave para ILDA en su nueva etapa. Ben Petrazzini en IDRC colaboró con su amplia experiencia para consolidar la naciente institución. Así,ILDA contrató a su Directora de Operaciones, Ana Sofía Ruiz quien venía siendo uno de los pilares del campo y a su Directora de Investigación, Silvana Fumega, quien había compartido mucho del trabajo de ILDA, además de una larga colaboración profesional y una amistad conmigo. Juani Belbis, uno de los investigadores fundadores, avanzaría las bases en materia de comunidad y comunicación. Este equipo establecería una sinergía que sería clave para la consolidación de la organización.
También se definió un Directorio compuesto por Gonzalo Iglesias, Lucia Abelenda y Juan Pablo Guerrero, con la colaboración inicial de Ben Petrazzini de IDRC y Gabriela Hadid de Luminate, completando la lista de asesores. Un grupo de investigadores e investigadoras, incluyendo a Javiera Atenas, Carla Bonina, Gisele Craveiro y Juan Pane, serían sus socios fundadores, junto con el apoyo de varias organizaciones de la región. Daniel Carranza, Juan Casanueva y Pablo Collada serían su Comisión Fiscal. ILDA comenzaba sus primeras interacciones formales con el Banco Interamericano de Desarrollo y Hivos, entre otras organizaciones aliadas claves.
ILDA: El presente
Mérito de este gran equipo, ILDA co-organizó la conferencia Internacional de Datos Abiertos, lideró un proyecto pionero de estandarización de datos abiertos contra el femicidio, desarrolló indicadores sobre uso de datos para América Latina, aportó a las discusiones sobre datos y género en diverso frentes, jugó un rol clave en materia de contratación abiertas junto a la OEA y la Open Contracting Partnership, apoyó la formación de nuevas camadas de investigadores, promovió las artes basadas en datos, participó en múltiples foros a nivel global aportando la visión latinoamericana, abrió nuevos caminos para entender el uso de la IA en el sector público, formó cientos de servidores públicos y sostuvo a la comunidad a través de la pandemia con sus ediciones Abrelatam desde Casa y Abrelatam del Futuro. Luego colaboró con la vuelta a la presencialidad, co-organizando América Abierta, el evento que volvió a reunir a parte de nuestra comunidad en 2022. Todo esto se hizo siempre construyendo con otras organizaciones: más de 60 organizaciones latinoamericanas e internacionales y 120 personas colaboraron directamente con ILDA en este esfuerzo. Todo esto se construyó desde América Latina para el mundo, buscando preservar espacios de pensamiento propio de la región y lógicas que le permitieran conectar al mundo desde su identidad. Y como queda claro, ILDA nunca hizo esto en soledad.
ILDA fue la anfitriona del Barómetro Global de Datos, un instrumento pionero de medición de datos a nivel global que fue coordinado por nuestra (ex) Directora de Investigación y actual Directora del proyecto, Silvana Fumega. Este fue uno de los ejercicios más demandantes pero también satisfactorios para ILDA que finalmente demostró que desde el Sur también pueden coordinarse proyectos globales.
La agenda de datos sigue siendo una tarea pendiente en América Latina, así como su evolución en materia de uso, notoriamente influenciada por el desarrollo de la IA. Sin embargo, los datos, la IA, desde donde ILDA ha construido, siempre han sido una puerta para abordar los temas de fondos sobre transparencia, igualdad, inclusión y desarrollo que enfrenta nuestra región. La tecnología es uno de los medios, pero lo más importante sigue siendo la gente en torno a estos procesos.
La tercera lección: la gratitud
La tercera lección que me llevo es la gratitud. En primer lugar a quienes confiaron en ILDA en varias instancias. Fernando y Ben en IDRC (junto con sus equipos administrativos, Annette, Selva y Adriana) quienes empujaron para ver nacer a ILDA y la acompañaron desde distintos lugares y momentos. Sin el apoyo y visión de Fernando, los buenos consejos de Ben y el compromiso institucional de IDRC, ILDA simplemente no estaría aquí.
A Felipe por su visión, apoyo y consejo, continuado por Gaby en Luminate. Felipe tuvo una gran visión estratégica para ver que ILDA podía ayudar a consolidar una comunidad de práctica y para eso requería ser una organización, además de gran paciencia con el flamante Director Ejecutivo de ILDA. En la misma línea, Gaby aportó consejos para mejorar a ILDA, así como nos conectó con aliadas que serían claves para nuestro trabajo.
Al levantar una organización es clave tener un buen Directorio, e ILDA tuvo uno excelente. Gonzalo se prestó con generosidad para apoyar la nueva institución, a aportar su experiencia y expertise y sobre todo su bonhomía e integridad. Lucia fue clave en la institucionalización de ILDA, aportó desde su lucidez estratégica, desde su enorme generosidad buscando sinergías con otros procesos y su conocimiento de la región. Juan Pablo embarcó su buen nombre en esta empresa, dió consejos siempre acertados, mesurados, y análisis profundos de lo que hacíamos y para qué lo hacíamos. Todos sin excepción cuidaron de ILDA (y de mi) en muchas ocasiones. Todas pusieron su expertise, hombros y manos para que ILDA estuviera a salvo y en buen rumbo.
El primer equipo de ILDA fue clave para consolidarla. Silvana aportó su liderazgo, su capacidad técnica y su amistad. Puso a ILDA en el mapa regional y global con su gran trabajo. Ana Sofía, aportó su determinación, creatividad y pujanza para consolidar nuestra organización y liderar iniciativas que nos permitieran pensar nuestro futuro, empujarnos a realizar ideas creativas y sostener nuestra comunidad en tiempos bien inciertos. Ambas demostraron su enorme solidaridad, generosidad y compromiso en ILDA. Juani nos puso en el rumbo correcto de la comunicación estratégica, y además inauguró nuestros exitosos podcasts. Estoy profundamente conmovido y agradecido por su trabajo y entrega.
Arturo Muente fue una figura clave para que el BID nos entendiera, y nosotros al BID. Arturo y su equipo, entre quienes no puedo dejar de mencionar a Florencia Serale, tuvieron enorme paciencia y generosidad con un joven investigador, devenido en Director de esta organización. Sus ideas siempre frescas y novedosas aportaron miradas nuevas a la región y un vínculo clave con el BID. Robert y Nat, curiosos, con mucha confianza y muy profesionales, serían claves para articular una cooperación sobre datos y femicidios que hasta el día de hoy tiene su impacto en nuestro trabajo.
María y Mike en la OEA fueron grandes contrapartes para traducir nuestro trabajo a los gobiernos. Con diplomacia, sensibilidad, paciencia y mucho empuje, fueron claves para que la agenda de datos abiertos naciera y se sostuviera. Alonso y su equipo en OGP, con su buen humor y sentido de la oportunidad, fueron también clave a través de sus planes de acción y los eventos que co-organizamos.
Mucha gratitud a todas aquellas personas que organizaron Condatos-Abrelatam en estos diez años y que en múltiples ocasiones interactuamos largamente para que fuera realidad. Me refiero a los equipos de las siguientes organizaciones: AGESIC, Data Uruguay, Ciudadanía Inteligente, Social Tic, Presidencia de México, SEGPRES, MINTIC, Somos Más, Abriendo Datos Costa Rica, Hivos, Presidencia de Costa Rica, Ministerio de Modernización, Fundación Conocimiento Abierto (Arg), Democracia en Red, Wingu, Presidencia de Ecuador, Fundapi, Gobierno de Panamá e Ipandetec, Gobierno de República Dominicana, Cámara TIC, y obviamente a los equipos de la OEA, OGP y CEPAL en sus distintas ediciones. Hay tantas sinergías y trabajo por contar detrás de estas conferencias que un post- posiblemente una vida- no alcanzaría.
Mucha gratitud a varios colegas que hicimos por el camino. Enrique Zapata hizo lo propio desde la CAF ayudando a avanzar la agenda de apertura en América Latina. A nuestras colegas de la Carta Internacional de Datos Abiertos, en particular a Nati Carfi por su aporte y liderazgo. Gabriela Rodríguez qué además de escuchar y enseñar, siempre fue generosa para avanzar los temas de género en la región. A todas las investigadoras que colaboraron en nuestros proyectos estos años, sin quienes ILDA no tendría sentido, como Carla Bonina, Gisele Craveiro, Javiera Atenas, Juan Pane, Juani Belvis y las organizaciones socias en varios proyectos. Con ellas cumplimos la misión de ILDA, nos divertimos y resolvimos problemas creativamente.
A la última versión de nuestro equipo con Violeta, Maria Esther, Carolina, Cristina, Danilo, Ana Gabriel y Hassel que han dado todo de sí en la tarea, con mucha alegría, y expandiendo los horizontes de ILDA. A las organizaciones (y sus equipos) Data, Ciudadanía Inteligente, Abriendo Datos Chile, Abriendo Datos Costa Rica, Fundapi, SocialTic, DataSketch, Democracia en Red, Fundación Conocimiento Abierto (Brasil), Ipandetec por colaborar y confiar en varios proyectos de ILDA. Al equipo de Avina, Gloria, Tarick, Sara y Joice, aliadas increíbles en nuestro trabajo. A todas las organizaciones y sus liderazgos que han sido socias en esta aventura. Y finalmente, pero muy crucial, a mi familia,amigos mi ex-esposa y mi hijo quienes navegaron estos mares conmigo y ofrecieron su apoyo de diversas formas, a lo largo de este tiempo incierto, emocionante y desafiante.
¿Es el momento? Nunca hay un momento. Siempre algo puede ser mejor. Siempre hay algo que terminar. Realmente, como decía al principio si aún está leyendo este post, nunca sabemos del todo porque tomamos ciertas decisiones. Aunque, hace unos meses, dejé saber a la Junta Directiva mi intención de retirarme al cumplirse 10 años del nacimiento del proyecto ILDA. Tenía algunas ideas, otras propuestas y la necesidad de cambiar. A veces simplemente los momentos llegan. Todas las personas cambiamos o al menos tenemos la oportunidad de hacerlo. Siento que ILDA está para otra etapa, que requiere un nuevo liderazgo. Diez años, es un muy buen número, y para quienes estudian políticas públicas, una especie de regla informal de los ciclos. La Junta lo entendió y puso en marcha un proceso sobre el que en breve informará.
Naturalmente establecer este tipo de proyectos tiene algunas implicancias a nivel personal. He ganado grandes amistades (y posiblemente algunas enemistades). Mis ideas siguen firmes, mis formas han mejorado. Si usted está en la lista de enemistades, no se prive de conocer una mejor versión mía en el futuro. 🙂
Todos los logros han sido mérito de este equipo, y los errores, van por cuenta del autor de estas líneas. He tenido fuertes aprendizajes a nivel personal y profesional, y habrá tiempo en otros espacios para compartir sobre esto. América Latina precisa más liderazgos y organizaciones que trabajen en estos espacios, en épocas inciertas y un tanto oscuras, y si puedo aportar a quienes siguen en eso, siempre me encontrarán. ILDA ha sido parte central de mi vida, de quien soy, de lo creado en comunidad y con ese espíritu permaneceré a su disposición para que continúe, y me uniré a su Directorio para trabajar por ella de forma honoraria. Seguiré buscando nuevas fronteras, tendiendo puentes entre caminos transitados y menos transitados. En definitiva, seguiré siendo quien soy, con mis luces y sombras, transformado y conmovido por mi pasaje por ILDA y por su gente.
Les veo en el camino.