En el 2013, al cerrar la primera edición de lo que hoy es ABRELATAM- CONDATOS, escribí un post que se llamaba: Datos Abiertos en América Latina: aquí para quedarse. Aún recuerdo las caras (y comentarios) de muchos colegas académicos, servidores públicos y algunos miembros de la sociedad civil sobre esta “locurita” (sic) de los datos abiertos. En ese post particularmente escribí:
“Para aquellos que piensan que los datos abiertos son una moda y que “esto también ya pasará”, les tenemos malas noticias: no es el caso. ABRELATAM demostró como asuntos complejos desde el punto de vista social, tecnología y datos se encuentran ahora interconectados y que existe una naciente comunidad regional y una nueva generación de activistas con ganas de avanzar en los asuntos más desafiantes de nuestras sociedades. Los datos abiertos jugarán un rol central en la construcción de este futuro.”
Ahora la pequeña confesión: en el 2013 yo no tenía forma de poder prever que esto fuera así. Este párrafo era una expresión de deseo, con evidencia muy parcial de un grupo bastante excepcional reunidos en el frío invierno montevideano. Sabía que lo que había entre manos era bueno, no sabía lo que venía después. Hagamos un fast forward 5 años.
Estamos en el 2017 y vamos por el quinto evento regional. Un tema que era básicamente desconocido en América Latina es hoy relativamente moneda corriente. Alrededor de 3500 personas han participado directamente de estos eventos. En toda América Latina existen grupos trabajando en periodismo de datos, infoactivismo, políticas de datos abiertos, tecnología cívica, transparencia, incidencia social y en general usando datos abiertos (en su mayoría gubernamentales) para perseguir distintos fines sociales. Argentina, Brasil, Costa Rica, México, Paraguay y Uruguay tienen regulaciones específicas que promueven la apertura de datos, y la mayoría de los países han incorporado el tema en sus agendas digitales nacionales. Existen ejemplos, con mayor o menor éxito, de uso de datos en la región, y muchos líderes en la agenda de periodismo de datos. Pero principalmente existe una comunidad vibrante de gente, en varias partes de la sociedad y el gobierno, que siguen trabajando en el tema. Todo esto se debe al mérito de muchísimas personas haciendo desde su lugar, enormes cosas para que esto suceda. Parte de la magia en América Latina, también es concebir la agenda de datos abiertos para articular demandas sociales que van desde la transparencia en las compras gubernamentales, las declaraciones juradas de funcionarios públicos, como funcionan los servicios de salud o los precios en los supermercados. A diferencia de otras regiones y actores, los datos abiertos en América Latina significaron siempre más que un mero estándar técnico.
No celebremos tan rápido. En este post una querida colega hace su reflexión personal sobre su viaje (principalmente europeo) en el mundo de los datos abiertos. Mor presenta una imagen bíblica de una comunidad buscando sentido en el desierto. Es que tras predicar por años la apertura de datos, yo mismo me encuentro en situaciones a veces muy paradójicas, oficiando de investigador, analista y defensor de esta agenda en estos últimos 5 años. Personas que se creen dueños de datos públicos, gobiernos que liberan sus datos para que nadie los use, personas en el sector privado que podrían brindar su experiencia y no tienen donde, y a veces una sensación general de desasosiego se va lentamente apoderando de uno. ¿Tiene sentido pedir que se liberen estos datos? ¿Qué problemas estamos resolviendo? ¿Para qué estamos trabajando?¿Sobreviven nuestras iniciativas?¿ Tenemos los recursos para seguir adelante, en lo que a veces es francamente un clima hostil?
Por suerte (o desgracia) en América Latina tenemos mucho trabajo para hacer, y el uso de los datos abiertos puede ayudarnos bastante. Los escándalos de corrupción no pueden ser francamente ignorados. Pocas de nuestras democracias gozan de buena salud, y aún en las supuestamente “sanas” a veces somos incapaces de acceder a información básica de cómo funciona el Estado. Podemos innovar en el sector público apoyando a liderazgos comprometidos con estos temas (no son una mayoría). Podemos elegir un problema (de los muchos que tenemos) y considerar como una estrategia que involucre el uso de datos abiertos puede ayudar a resolverlos, mejorarlos, o hacerlos visibles. Podemos visibilizar problemas, tales como la muertes de mujeres a manos de la violencia de nuestras sociedades. Podemos ayudar a que las personas tengan más voz en el control y entrega de sus servicios públicos Podemos aportar a nuevas formas de gobierno en nuestras sociedades. Los datos abiertos no son necesariamente un estándar técnico, sino una metodología de intervención, una estrategia para aproximarse a resolver problemas colectivos y en particular aquellos que más nos interpelan como sociedades.
Tal vez no precisemos recorrer el desierto, pero si la comunidad y el movimiento requieren crecer y madurar. Y sobretodo madurar es un proceso complejo.
Aquí tengo 3 propuestas para pensar en cómo seguir la agenda de datos en la región
Multiplicar proyectos concretos: Sé que a muchas personas les apasiona una buena discusión sobre la 4 o 5 estrella que propone Tim Berners Lee en su modelo de datos abiertos (ver una excelente explicación de mi colega Juan Pane aquí) pero en general creo que nos vamos tener que concentrar en hacer cosas con datos disponibles para a partir de esto, mejorar los problemas que tengamos en todos nuestros sectores. En algunos casos, esto encontrará gobiernos más o menos receptivos a liberar y colaborar, en otros encontrará el duro trabajo de picar datos. En todos, liberar datos es solo una parte del proceso pero no la final, ni la única. En algunos casos vamos a tener que reinventar la rueda, en otros adaptar a contextos locales, en todos debemos apostar que las comunidades locales se empoderen. En los próximos 5 años queremos ver más de este tipo de proyectos en la región y queremos ver formas en las cuáles se sostengan.
El conocimiento debe llegar a más gente: A pesar del crecimiento este sigue siendo un grupo reducido de actores con capacidad genuina de actuar sobre los datos y técnicas asociadas. Precisamos más actores en todos los sectores construyendo las capacidades para generar, analizar y construir productos que sean útiles a una nueva forma de gestión y trabajo basada en los datos en el sector público, social y privado. Esto requiere de potenciar la capacitación y estandarizarla para llegar a más personas y que estos recursos sea genuinamente abiertos. Parte de este conocimiento está sistematizado y parte no. En los próximos años asociaciones civiles, emprendedores, universitarios deberían tener un mínimo común de capacidades para trabajar con datos y el acceso a estas habilidades no debería ser un problema. También vamos a precisar una generación de actores que puedan mostrar la conexión de los datos con las artes y las ciencias.
Construir el futuro común de los datos .Seguimos necesitando políticas y estándares. Pero también estas discusiones son a veces de corte más político y o filosófico. El aportar a un patrimonio común de datos, para fortalecer las sociedades democráticas requiere reglas claras, donde las políticas de datos abiertos son una piedra angular, pero no la única. Las construcción de estas reglas implica el respeto al derecho a la privacidad de las personas, los límites a los usos de datos personales y el desarrollo de oportunidades en el uso de nuevas tecnologías manteniendo el respeto por la dignidad humana. Implica la construcción común y el rediseño de cómo trabajan nuestros gobiernos y sociedades y esto implica un cambio en cómo participamos para cambiar las actuales reglas de juego. El futuro será construido de formas que aún no entendemos del todo.
En 5 años el trabajo de esta comunidad solo ha comenzado. Aquí pueden comentarnos sobre sus experiencias pasadas en estos eventos. En Abrelatam y Condatos te esperamos para llevar a esta comunidad, a la próxima frontera.
Agradezco a Silvana Fumega y Ana Sofía Ruiz por sus comentarios. La responsabilidad, permanece, naturalmente, con el autor.