La agenda de datos abiertos- es decir la liberación de datos en formatos accesibles, estandarizados y legibles por maquinas- promete gobiernos más transparentes, que rindan cuentas y sean más eficientes así como nuevas oportunidades de desarrollo económico. En América Latina, gobiernos, emprendedores y sociedad civil están crecientemente interesados en esta agenda, conformando un ecosistema emergente de datos abiertos. Varios gobiernos de la región han publicado bases de datos sobre presupuesto, salud, educación-entre otros- y gracias a la decidida acción de pequeños grupos de innovadores sociales ha sido posible crear aplicaciones experimentales que ayudan a entregar mejores servicios a la ciudadanía, controlar la actividad estatal y promover mayor participación ciudadana.

Pero a pesar de las promesas, también hay desafíos. En el 2013 los miembros del gobierno y sociedad civil de América Latina y el Caribe llevaron adelante discusiones en la Primera Conferencia Regional de Datos Abiertos para América Latina y el Caribe, en Montevideo, explorando las oportunidades y desafíos del tema en la región. Una comunidad de práctica emergente discutió sobre las áreas de prioritarias: ciudades, educación, salud, transparencia en el proceso legislativo y medio ambiente. El consenso del evento fue que si bien las iniciativas emergentes son ejemplos de éxito, tienden a ser pocas, sin conexión entre ellas y muchas veces llevan a duplicación de esfuerzos. Por otra parte los participantes acordaron que los efectos no previstos de las políticas de datos abiertos (tales como posibles problemas de privacidad, y generación de exclusión social) deben ser tenidos en cuenta en el diseño de políticas públicas.

La propuesta de investigación (que pueden bajar aquí) detrás de ILDA busca generar conocimiento para entender como avanzar en la agenda de datos abiertos en la región, con el objetivo de que sus usos y beneficios incluyan a la mayor cantidad posible de personas en el continente.